martes, 12 de mayo de 2015

Y estoy trabajando en un colegio...


Estoy haciendo clases a cabros chicos. Cabros chicos-chicos. Onda, primero básico. Enanos. Con cueva hablan. Y yo soy profe de media... de Inglés. Caos, ven a mi.
Cuando empecé estaba todo lo que es con ataque al colon. Qué sabía yo de cabros chicos? Me gustan de lejos, no soporto las mañas, ni los mocos, ni las cacas y claramente tengo cero aspiraciones de ser mamá (boo-hoo, no me interesa mi útero procreador, aynoquepena).
La primera semana fue del terror, la segunda peor. Y después... los cabritos te empiezan como a querer. Un cariño que tu no sabís de donde sale por que los has retado hasta le cansancio para que se queden callados. Y te quieren en serio po, no como los manipuladores de media que te mandan mensajes por las pruebas pa que les subai el puntaje. No. Estos cabritos te quieren porque les nace. Y ahí se quiebra mi macho interno po, porque al final uno dice "como no querer a estas cosas chicas que puro te dan amor?"
Y ahí, justo cuando una se pone a cuestionar el sentido de la vida, del amor y del universo, uno de los cabritos se pone a pegarle al compañero con una rabia que no has visto en tu vida, otro se pone a llorar porque se le rompió alguna weá del estuche... y te baja la indiá. Y se te pasan los instintos maternos para ser reemplazados por Hulk, Chucky, Hannibal y todos esos lolos violentos y asesinos. Y vuelve el macho odiando y los vuelves al retar porque cómo chucha se pone a llorar porque le rayaron la goma y por qué cresta le pega al compañero porque le dijo que era tonto y qué chucha le importa si el compañero está o no pintando el auto!

Y ahí digo yo: ¿quién me manda a hacer esta wea?
Sería harto más fácil hacer informes y diagramas y bases de datos porque no trabajai con gente de verdad po (si los números no sienten, no alegan y no lloran po, no sean larrys).
Pero pucha que es gratificante que cada cierto rato te llegue un dibujo abstracto, con hartos colores y rayas, tu nombre mal escrito y te digan "lo hice para usted, miss".

Puta los weones cagaonda.
No me dejan odiar tranquila.

jueves, 28 de agosto de 2014

Tontera intermedia: Junta de curso.


Como no todo el mundo está enterado del viaje, porque no he hecho spam en las redes sociales (pa eso una tiene el blog, pa hablarle a los amigos imaginarios del mundo sin intoxicar el feibum), mis compañeros de curso empezaron a organizar una junta de curso justo para el tiempo que estaremos afuera con mis amigas. Cabe destacar que somos todas del mismo curso pero nadie se acuerda de nosotras. Qué pena. Lloremos. No me importa.

Yo estoy segura que los llamé con la mente. Así poderes mentales brígidos. El otro día mientras estaba en mi micro favorita (¿?) vi a un lolo con el polerón del curso, ese clásico bien feito con capucha, cierra y bolsillo de canguro. Ese mismo que tenía escritos los apodos de los compañeros atrás con todos los signos del teclado existentes, números y acentos mal puestos. Ese mismo que tenía la foto de un mono horrible y alguna frase con alusión al copete. Porque a esa edad todos los weones alumbran que son curaos. No se hagan los larrys, todos los hicieron. Y se curaban con dos chelas. Más ná.

La cosa es que mi curso no tuvo polerón. Nos cagaron con la plata y todas esas cosas que les pasan a los cabros pavos como nosotros. Igual, compañeritos, el polerón hubiese quedado horrible y probablemente mi nombre hubiese terminado escrito algo así como: Fr4N. HO-RRI-BLE. La cosa es que vi a este lolo con su polerón y pensé para mis adentros: “yo ni cagando me hubiese puesto el polerón de mi curso pa salir a la calle” Y entonces, como me he convertido en una persona malaonda y burlesca, pensé en poner de estado algo bien cagaonda como: “menos mal que nos cagaron con la plata del polerón porque nica lo hubiese usado”. No lo puse, aunque me cagué de la risa sola en la micro (paaaavre).
Que mala, Fran, que cruel. Pico, igual no me lo hubiese puesto.

Y el karma igual contó po, porque a los dos días de haber tenido pensamientos impuros y vengativos, mi curso decide armar una junta-reunión-tomatera-asado (chiquillos, ya estamos grandecitos pa quedar borrachos-vomitones, o no?). Mientras leía todo lo del “evento” no pude más que cagarme de la risa y pensar en el poder mental de mi convocatoria inversa. Palosho.

Pucha y se me vinieron más pensamientos malulos a la cabeza po. Es que es inevitable frente a este tipo de situaciones. Detallo a continuación mi línea de pensamientos impíos mientras leía los comentarios:
Es que qué me interesa ver a estos weones con los que nunca me llevé bien? Ver cómo están de gordos? Pa eso está Facebook y si, están todos gordos. Ver cuántas guaguas tienen? Hay harta guagua, chiquillos, mal ahí. Cachar en que siguieron sus vidas después del colegio? …

Y puta, ahí solo me cagué de la risa no más.


Compañeritos, que sepan que los llamé con el pensamiento.

domingo, 24 de agosto de 2014

Capítulo III: Problemas y más problemas.

La primera en comprar los pasajes para ir fue la Jechu. Ella y el Nelson los iban a comprar con la tarjeta de su hermana de ella suya de ella.  La Camila y la Maca le dijeron “weona, avisa antes de comprar los pasajes para que los compremos todas juntas” (todas menos yo, claro está.) Días después llega un whatsapp al grupo de las Cariñosas de parte de la Jechu que se leía más o menos así: “amigas, ya compré los pasajes”. Nada más. Conchalevale. No sé si por ahí puso un yupi, o algún exclamativo triunfante. Inmediatamente se ganó el odio de las dos que no tenían el pasaje y que no habían tenido ni tiempo de organizarse para su compra. Y el mío porque soy una weona odiosa, claro está.

Personalmente creo que la felicité, no sin antes pensar “y los compró sola la weona? Maraca”. Es que amiga, ahí te agilaste pesao. Todas lo sabemos. Tú lo sabes. Ya pasó. Ahora ya te amamos de nuevo. Fue inmediato el enojo de la Camila, que no le habló hasta el otro día (te dura poco el enojo, hombre de lata),  y el enojo de la Maca que reclamaba que “es que como se le ocurre no avisar antes, que no cotizamos, que como no avisa. Maraca.” Esta última estuvo enojada más rato.

Puros atados con los pasajes famosos y yo en medio, odiándolas a todas porque iguaaaaal iban a tener sus pasajes culiaos, más dorados que boleto de Willy Wonka. Pero puta, fui amable y comprensiva con las tres malditas. Al final la Maca compró el pasaje unos días después, le salió más caro y hasta el día de hoy reclama por eso. La Camila fue la última y lo compró más barato que todas. Hasta el día de hoy la odiamos por eso.

Mi problema fue más longi, más estúpido y aún no quiero saber cómo termina.
Para sacar la visa ahora hay que hacer una majamama electróloca que yo no entendí nunca y obvio que al primer intento la cagué. La cagá como multiplicada por 4. Así de cagá. Más la cagá porque en realidad no sé multiplicar. Palosho.

Me metí a google en la pega pa hacer el trámite de la visa electrónica y oooooobvio (oooobvio denuevo) me metí al primer lonk que me ofreció google. Nunca lo hagan. Jamás.

La página era, según yo, súper fidedigna porque, oooobvio, cómo van a hacer una página mula de los Llunaitehteit. Esonopasa. Y obvio que la página era súper trucha. Pero claramente yo soy muy pava pa  haberme dado cuenta. Hice todo el papeleo súper contenta, teniendo en cuenta que mis amigas me contaron que les había salido 14 dólares el trámite y eso no es ná (mentira, pa mi es caleta, acuérdense que hasta tengo mis calzones en prenda.) Y cuando al final de todo, de haber ingresado todos mis datos, d haberme conseguido una tarjeta visa con una amiga, de ingresar sus datos, la página me tira un precio satánicamente más alto del que mis amigas me habían dicho en un principio. 79 dólares. Y yo pensé que era mentira. Y le puse “voh dale” al lonk. Y ahí empezó la pesadilla.

Altiro les dije a mis amigas súper contenta que había hecho el trámite y que estábamos todas casi listas pa ir y que yupi y felicidat máxima. Felicidat hasta que mi amiga me dice
-          Weona que pasó, me están cobrando 79 y no 14 dólares por la visa. ¿dónde te metiste?
-          Pero si te mandé el link … (modo perrito abandonado)
-          Pero y te decía le precio? Te mandó un comprobante?
-          No… (modo perrito cagao)
-          Pero puta, Frana…
-          … (modo perrito muerto)

Pánico. Ataque. Muerte. Ya no, muerte no porque aún tengo que ir al viaje culiao pa poder morirme en paz. Pobre pero en paz. Sin calzones ni sostenes pero en paz.

En el momento no hice nada. Pero al empezar a cachar la mansacagaita empecé a hiperventilar heavy, siempre en mi modo póker face. Nadie supo que estaba en desesperación hasta que esa tarde vi a mis amigas de la U y les conté la mansaca. Recién ahí dije” weon no, tengo que hacer algo pa solucionarlo.”
Así que claramente al otro día (jeje) empecé a mandar mails como loca a la embajada y al mail de contacto de la páginatruchademierdateodio. La embajada me respondía puras cosas como sacadas del “Gran libro de respuestas de la embajada 1.01”, osea, puros mails copy paste que usan para responderle a la gente tonta como yo que no cacha como hacer el trámite y se mandan cagazos. Osea, no me sirvió de nada. La paginademierdateodioporcagarme, por el contrario, me respondió al tiro diciéndome en spanglish que iban a cancelar el cobro a la tarjeta. Como estaba todo en spanglish yo dije “misma, no confiemos en esta páginasquerosamecagaste, mejor preguntémosle a la amiga si le hicieron el cobro”
-          Amiga, ¿el cobro? (no fue así pero filo, al grano)
-          Blablabla no se hizo blablablá no sé…
-          Avísame cando sepai po, longi.

    Y me avisó al otro día que no había cobro. Que estaba todo en regla. Que la paginademierdaparecequealgohicistebien no fue tan como el hoyo y mandaron a cancelar los cobros hechos a la tarjeta de mi amiga millonaria.

   Y sólo entonces respiré tranquila. Pal pico. Nunca más hago estas weas sola. Nunca más, Alá, nunquitita más.


sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo II: Las peripecias de las cariñosas para llegar a USA y si vivieron para contarlo aka. La Fran junta plata

Nos ha costado sangre sudor y lágrimas lograr estar todas arriba de un avión camino al matrimonio. Yo misma no sabía si iba hasta hace como dos meses. Me había rendido porque era una estudiante pobre y desamparada. Creo que le debo hasta mis calzones a la U (porfa no me los vengan a quitar porque de verdad no tengo más pa llevar a USA!). Finalmente vamos casi todas, se nos quedó una en veremos.

Para mí lo que marcó mi ida definitiva fue la compra de los pasajes. Medio obvio en realidad, no podía llegar en burro (tampoco tengo un burro, osea, ni cagando llegaba.) Estuvimos con mi mamá caleta de rato pensando y haciendo gestiones para juntar las lucas. Al final la solución fue muy hijita de mami: ella me pagó el pasaje. A lo pobre, con cuotas y consiguiéndonos una tarjeta visa (si, porque en mi familia nadie tiene tarjetas internacionales. Pavreza.) El pago fue un gran préstamo, claramente. De vuelta del idilio le voy a deber a ella mi otro calzón y ahí sí que no voy a tener ni una weá más pa ponerme. Mami, piedad.

Las chiquillas (no sé si quieren que las nombre, les voy a preguntar antes de) ya tenían sus pasajes desde hace ene y me hinchaban las weas cada vez que me veían para que fuera.
-          Weona pídele plata al este, si de más que te presta.
-          Ay weona por que no vay, tenís que ir.
-          Si weon, si yo también quiero ir, pero no tengo plata weon. Entiende que soy pobre. Soy más pobre que la Botota. Así de pobre soy.
-          Puta la weá, amiga, anda.

Se entiende que con tanta palabra de aliento a una puro le daban ganas de ir. Pensaba en esa weá casi todos los días, con una envidia asquerosa hacia mis amigas que ya tenían su pasaje (si, weonas, las odié a todas sin piedad.) Recuerdo que cuando la Jechu (si?) mandó el whatsapp diciendo que ya había comprado sus pasajes, yo pensé para mis adentros malulos: Maraca! Que genial, amiga, felicitaciones!!… pero, maraca!. Después siguió la Camila y la Maca. Las odié a todas. Una por una, cada vez que decían que ya estaban arriba del avión. Las odié. Les dediqué un pequeño espacio del odio en mi vida. Pero no las odio, esto es para que entiendan que estaba frustrada por no poder ir.

Y bueno, finalmente cuando ya había llorado lo suficiente frente a mis familiares con cara de tía Rica, finalmente mi mamá me dice:
-          Y tú, ¿no piensas ir donde tu amiga?
-          Mamá, ¿de qué estai hablando?, te dije que no tengo plata. Llevo menos de un mes trabajando y mi sueldo va a ser una caca.
-          Ay, pero haz gestión, ¡muévete pos Fran!

Y puta, la Fran se movió. En una semana había hablado con todo el mundo, fui donde mi abuela, le pedí lucas, hablamos con todo el mundo, solo nos faltó pedirle plata a Farkas o a alguna fundación (aló, con Make-a-wish, porfavor?). Todo nos falló magistralmente, claro está. Era casi una tragicomedia. Mi abuela que, en un principio, me había dicho que si me podía prestar, finalmente se retractó porque tenía un problema con un cheque. Bam!, primer cierre de puertas. El problema: nosotras ya habíamos comprado el pasaje. Ding ding! Después pasó el fail de papá:
-          Papá, tengo este plan (hagámosla corta), ¿me prestai 50 lucas pal pasaporte? No tengo y soy pavre (inserte llanto y puchero)
-          Pero hija, ningún problema (abrazo). Yo le presto. El problema es que me pagan a mediados de Agosto.

Fuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu… Nos vamos en septiembre. ¿Qué hago?, ¿a quién le lloro?
-          Mamá, puta, el papá… se agiló. Puta la weá.
-          Ya, yo te paso la plata y después e das lo que él te dé.

Genius. Solo las mamás saben hacer esas cosas inteligentes de papás divorciados. A estas alturas a mi mamá ya no tan solo le debía mis calzones, sino mis sostenes y probablemente un par de calcetines. Puta, la miserabilidad de haber salido recién de la U y tener una pega ahí-no-más. Mamá, decir que te debo la vida es poco  (ya ya, mamonerías a otro lado.)

Finalmente, mamá corre con todos los gastos del viaje mientras yo, pobre recién egresada, me hago las pocas monedas que puedo para subsistir allá. De vuelta del matri voy a ser la mujer más pobre pero más feliz del universo. Suele suceder.


Capítulo I: Una cariñosa que se va.

25 años y una de mis mejores amigas se casa. Se casa. Ustedes dirán que ya es buena edad para casarse, que no me debería asombrar porque una ya está bien peludita, que ya no es ná tan joven. Yo no sé qué se cree usted, pero yo aún estoy muy joven para estos trotes.

A estas alturas de la juventud en cuenta regresiva, uno suele empezar a escuchar que al mundo veintisiempril le baja la locura por el casorio y que cada cierto tiempo una pareja de amigos, sin más excusa que “es el siguiente paso”,  se termina por poner argollitas con brillantes con la promesa ya tan manoseada de amor eterno. Amigos, ya todos sabemos que el amor eterno dura aproximadamente 3 años, en los casos más optimistas. No nos engañan, no se engañen. No sean longis.

Una siempre ve en las redes sociales a la típica amiga de la matrimoniada/ el matrimoniado que se queja que “todas sus amigas se casan” o que “todas tienen guaguas”  mientras ella está o vieja, o viendo como se le pasa el tren (pero que expresión más ridícula) y ahí a una le baja la india y dice: ay que le pone color la weona, si es un matrimonio no más. Y ahora que el tema me toca de cerca… sigo pensando lo mismo, mujeres exageradas! Nadie les pone una soga al cuello ni nada por el estilo. El reloj no es ná biológico, señoritas, es mental y se llama desesperación. Perdonen a la que le quede el poncho.

Pero bueno, el caso de mi amiga es diferente. Es como una historia apoteósica de partidas, desencuentros, amor y mucha cueva. Mucha, pero mucha cueva. La Rusia, le resguardaremos el nombre, se fue de Au Pair (un nombre fancy para decir cuidacríos) a Estados Unidos hace un par de años. Para llegar allá lo pasó como el forro, junto y sacó plata de lugares impensados, trabajó en horarios insensatos y engordó como vaca (amiga, te amo). Le puso color la loca, se esforzó y la hizo. Bien ahí.

Al tiempo la Rusia ya estaba aburrida, que no conocía a nadie y que no sabía qué hacer. Así que hizo lo que cualquier mujer desesperada en un país extraño haría: meterse a una página de citas. Sí, tal cuals. Ahí conoció cuanto gil hay en el mundo de los giles. Y giles gringos, pa más remate. Osea giles por dos. Hasta que, maravillosamente, conoció a uno que no era tan gil. O que era gil de la manera en que ella era gila también. Se complementaban y todo eso que una no entiende. Salieron varias veces y la amiga siempre contaba que le encantaba el gringo, que congeniaban, que se reían de las mismas cosas, que les gustaban las mismas películas. Hasta que la cosa se puso más formal. Empezaron a  salir más seguido y ya no recuerdo en que momento estaban de pololos. El gringo era re simpático, tanto que nos aguantó una noche de webeo virtual con mi grupete de amigas. Y puta que lo webiamos. Un jumbito pal gringo.

Cuando los papás de mi amiga fueron de visita el mundo angloparlante de barras y estrellas (sí weon, a EEUU), el gringo no encontró nada mejor que pedirle matrimonio, aprovechando la visita suegril. Pal pico po, se ganó el cielo y a la suegra de paso. Difícil ganar tanta weá junta. Y desde ahí ha sido un sinfín de hiperventalaciones por parte nuestra, que siempre pensamos en la idea romántica de ser bridesmaids de la Rusia, que como iba a ser todo en el momento, que no había fecha aún, que venía a casarse acá, que se casaba allá. Y nosotras que no dábamos de alegría y de orgullo porque nuestra amiga se quedaba en Gringolandia con gringolandio a tener gringuitos rubios de kindergarten.

La cosa es que ahora vamos las amigas en patota, con camas, petacas y pololos (mención honrosa al Nelson que va con nosotras) a Estados Unidos para el ansiado matrimonio de la Rusia gringa. Nos ha costado tanto organizarnos y estar seguras, que ahora recién, dos semanas antes, estamos dándonos permiso de hiperventilar libremente. Las juntas ya no son juntas si no se habla del vestido o del día D, comentarios que no existen sin la clásica mano en la boca mientras hablamos en el tono más agudo que nos permiten nuestras voces.



En fin. Espero que el capítulo 2 sea escrito pronto: “Las peripecias de las cariñosas para llegar a USA y si vivieron para contarlo”

viernes, 20 de junio de 2014

Te maldigo, amor de micro!

Hoy te vi en al micro de siempre. Ibas con tu típica ropa de macho rudo, con tu pose de autosuficiencia absoluta y tu pelo recién cortado (digo recién porque no te veía hace un tiempo. Es mi recién.). Pero hoy, por primera vez, dirigiste esos ojos tímidos y sensibles hacia mí.
Hasta hoy eras solo "el mino rico de la micro" pero hoy me cagaste.

jueves, 13 de marzo de 2014




Después de todo lo que pasamos





creo que lo único que te diría si te viera en la calle





es que me das mucha pena.